Granada, poesía, y Toña… Siempre Toña


Son las dos y cuarto de la tarde (las nueve y cuarto de la noche en España). Hace bochorno, el cielo está despejado, con poco viento. Más bien un aire que a esta hora del día siempre torna brisa ligera y cálida, no de aquellas que te alzan la falda, sino una brisa que se frota sobre los cuerpos de la gente, como en un intento de arrastrarlos con ella. Calor absoluto. El sol en su lugar preferido, alto en el cielo. Prominente bola de fuego. Señor majestuoso del azul infinito por encima de nosotros. “Unas gotas de lluvia no estarían mal ahorita”, pienso para mis adentros. En mi mente ya veo a Managua duchándose al aire libre, debajo del agua que cae sin parar del cielo. Los ángeles llorando. Abundantemente. Qué ganas. Qué bien le sentiría. Pero qué poco realista… Aquí no ha llovido ni un segundo desde que llegamos a Nicaragua y tampoco creo que nos vaya a tocar una tormenta esta noche. ¡¿Pero algo refrescante por lo menos?¡ ¡Una Toña! Si, una Toña. Siempre Toña. Qué idea más buena. Qué cerveza más rica. Qué remedio más perfecto para suavizar el insoportable calor.

La Catedral de Granada vista desde la Iglesia de La Merced
“¿Jonathan, te vienes? Vamos a Granada. Hoy empieza el Festival de Poesía. Tenemos que ir. Estará el Embajador de España y probablemente otras personas conocidas de Managua. No podemos faltar a esta cita”. Las palabras de Estefanía me desconciertan y rompen bruscamente mi momento íntimo con la mejor cerveza de Nicaragua.

¡Ah sí, es cierto! Casi se me olvida. El Festival de Poesía. Uno de los eventos más importantes del país. Es obvio que iremos. Además, es un excelente plan para este martes. Y si tenemos que pasar calor, pues mejor sufrirlo en Granada escuchando a los poetas. Perdiéndonos en las palabras de aquellos magos que con sus versos consiguen hipnotizar a una enorme masa de personas. Esto es lo que he leído. No sé si es cierto, tendré que verlo con mis propios ojos. La idea de este evento me ha fascinado desde el momento en que me enteré de su existencia, pero la verdad es que no sé qué esperar exactamente. Tampoco es tan importante, porque seguro que habrá Toña. Siempre Toña.

La poesía es el cántico del cosmos
“Claro que sí, ya os estaba esperando. ¡Vamos!”, respondo desde nuestra terraza, fingiendo que me acuerdo del tema perfectamente.

“Oigan, ¿quien se bebió las últimas Toñas? Anoche todavía había dos latas en la nevera, bien frías”, pregunto.

“Te las has tomado tú, cabrón”, contesta Miguel, mirándome con cara de incrédulo. “Yo también quise una hace un rato y no la encontré”. De repente, giro la cabeza hacia Estefanía y Agnes y me doy cuenta de que no hace falta buscar más. Sus sonrisas triunfadoras lo revelan todo. “A las mujeres también les encanta la Toña”, me responde Estefanía con un tono sarcástico.

“Pues nada. Vámonos entonces. Sin Toña”, señalo frustrado.

Artesanía en la Plaza de la Independencia
El camino hasta Granada es corto, una hora desde Managua, pero es toda una aventura. Conducir en Nicaragua siempre lo es. No tanto por el volumen de tráfico, que existe, aunque nada comparable con otras capitales en el mundo como Estambul, la Ciudad de México, Dakar, o Yakarta, sino por la imprevisibilidad de las carreteras y los caprichos de sus conductores. Automovilistas, peatones, (moto)ciclistas, niños, vacas, carros de caballo… Cada uno va a su bola, como si tuviera la carretera sólo para él. La falta total de una cultura de conducción por aquí es alucinante y a veces da ganas de llorar. Nosotros, en cambio, nos reímos. Nos sorprende tanto esta anarquía que a menudo creemos formar parte de una película surrealista. Además, tenemos a Eduardo, un veterano de las calles nicaragüenses y nuestro chófer en este país centroamericano. Su cara fina y arrugada le confiere un aspecto de lobo, pero cuando le conoces bien, te das cuenta de que tienes a tu lado a un oso de peluche. Eduardo es todo un fenómeno. No sólo conoce las ciudades locales como la palma de su mano, también nos brinda su servicio como si fuéramos las personalidades más destacadas del país. Es un privilegio contar con él como miembro de nuestro equipo.

La Toña, uno de los iconos de Nicaragua
Cada uno a su bola
























Llegamos a Granada un poco después del mediodía. Sin accidentes, pero también sin Toña. Me estoy deshidratando.

“Edu, porfi, para el carro. Yo acá salgo, voy caminando hacia el centro. Les veo ahí”, digo.

“Voy contigo”, dice Miguel, saliendo del coche. “Yo también quiero caminar un poco. Quedamos en 45 minutos en la plaza central, ¿ok?”

“Ya, ya, está bien. Ahorita nos vemos”, escucho la voz de Agnes mientras el auto se aleja.

Nos paramos en el primer bar y pedimos dos Toñas. Están congeladas, tal y como las queremos.

“Qué sed tengo, colega. Este calor es espantoso. A ver hasta qué hora aguantamos aquí”, espeto.

“Creo que el festival ya ha empezado”, añade Miguel.

“Pues si, ahorita vamos”, digo convencido. “Qué rica está la Toña. Me siento mejor ya”.

“Cada Toña lleva en su líquido dorado el deseo de que su consumidor tenga la más plácida experiencia,” suelta Miguel de repente, como si el Festival de Poesía ya le hubiera transformado en poeta.

“No seas pendejo güey. No sabía que eras poeta. Con este tipo de expresiones seguramente te dejarán subir al escenario. Directamente”, bromeo.

“Vamos para allá, las chicas nos estarán esperando”, insiste Miguel.

“Vamos”.

Gente sentada escuchando a los poetas
La plaza central de Granada está completamente llena. Cientos de personas sentadas escuchan en silencio a los poetas nacionales e internacionales mientras estos recitan sus obras. Es una vista fascinante. Según nos dijeron, desde el domingo 17 hasta el sábado 23 de febrero de 2013 participan 91 poetas extranjeros procedentes de 60 países diferentes de los 5 continentes, más otros cuarenta poetas de Nicaragua. Durante una semana entera, los recitales nocturnos culminan con conciertos y espectáculos de danza, fiestas y encuentros cálidos. El Festival incluye además en su agenda lecturas de poetas aficionados en micrófono abierto, talleres literarios para jóvenes poetas y escritores, mesas redondas y paneles literarios, exposiciones de artes plásticas, ferias de libros, artesanías y otras actividades culturales.
Este año, el Festival va dedicado al poeta, escultor y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal, el poeta vivo más trascendente y global del país. “La poesía es el cántico del cosmos”, es el lema de esta novena edición. Para el festival 2014, el décimo, el evento será dedicado al universal Rubén Darío, el poeta nacional más grande de todos los tiempos.

Las calles típicas de Granada
Caminando por las calles de Granada, aprendemos que existe un enorme entusiasmo en el país por la posibilidad de que el Festival obtenga el galardón “Príncipe de Asturias de la Concordia” como reconocimiento a su labor en pro de la paz, la belleza y la concordia entre los pueblos. También entendemos por qué el Festival se ha convertido en el evento cultural más importante de Nicaragua, de la región centroamericana y el más lucido en América Latina. Lo que experimentamos aquí es simplemente mágico.

“Oye chicos, hace algo menos de calor y ya hemos caminado bastante. ¿Qué les parece que nos tomemos una Toña?”, propongo.

“Estás lleno de buenas ideas hoy, eh, Johnny”, contesta Miguel. “Me parece perfecto”.
¿De donde y hacia donde?
Somos testigos de un atardecer sin precedentes. Suavemente caigo en el embrujo de una extasiada contemplación frente a la puesta del sol que convierte Granada en un sitio mítico. Las rayas del sol cayendo tiñen de rojo el cielo y provocan un inenarrable juego de colores entre las casas coloniales de esta antigua ciudad, dejándome perplejo con tanta hermosura. Las palabras de los poetas resuenan en mi cabeza, donde se mezclan con mis pensamientos más táctiles y sorprendentes. Y poco a poco, como si fuera presa de ellos, me dejo ganar por un enriquecimiento silente y maravilloso mientras huye la tarde.
Sentados en la terraza de aquel bar, observo a mis compañeros, uno por uno, y percibo que todos están en armonía con estas sensaciones placenteras del momento. Agnes, perdida en sus pensamientos e impresionada con tanta energía poética. Su primer viaje a Nicaragua se está convirtiendo en una experiencia inolvidable. Miguel también está perdido, aunque no tanto en sus pensamientos, sino mucho más en su botellita de Toña, que sorprendentemente una vez más se le ha vaciado. A pesar de esa falta momentánea de cerveza, parece estar más a gusto que un arbusto. Estefanía, con las manos en el pelo. Sus movimientos son suaves y elegantes, dictados por el ritmo del tiempo que en este lugar no parece tener principio ni fin. Ella, por si sola, podría ser un atractivo de Granada, encajando perfectamente en el contexto de este festival. Ella simplemente es poesía.
Me doy cuenta que estoy viviendo un momento único, atemporal. Un momento Nicaragua. Noto como todos mis sentidos entablan un coloquio fraterno con este entorno artístico, provocando las más inesperadas asociaciones en mi traviesa imaginación. Y de repente, sin saber muy bien por qué, me acuerdo de nuestra entrevista con el Ministro de Turismo, Mario Salinas. Él nos dijo que en Nicaragua uno se siente bien.

"Tiene razón Ministro, tiene usted toda la razón. Su país es increíble y yo me siento bien aquí. Obviamente me siento aún mejor con una Toña. Siempre Toña."


Una puesta del sol sin precedentes

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